En el capítulo tres, dimos unas reglas para acatar al estudiar una profecía. Ahora vamos a considerarlas con respecto a las profecías de las setenta semanas, para ver si encajan las piezas.
 
Lo primero que dijimos que deberías ver, es el Significado Literal de la profecía. ¿Tratamos de decir que la profecía de las setenta semanas, estaba diciendo algo que no decía? ¿O fue congruente nuestra interpretación con el significado literal de la profecía? Toma en cuenta que el significado literal de una profecía casi siempre está escondido, o está en forma oscura, por el uso de términos que pueden tener varios significados. Pero fuera de significados ocultos, cualquier teoría debe ser congruente con, por lo menos, uno de esos significados.

Con respecto a la fechas del decreto de Artajerjes para reconstruir a Jerusalén y el Mesías siendo quitado, aunque ambas fechas son objetivamente mensurables, hay otras palabras claves en la profecía que pueden tener más que un significado. En nuestra interpretación, presentamos dos diferentes posibilidades con respecto a un "príncipe que ha de venir" (uno que es Cristo, y el otro, un líder malvado que eventualmente identificaremos como el Anticristo). También hablamos de dos diferentes "pactos" (uno para un Templo en Jerusalén, y el otro una visible unidad entre todos los verdaderos creyentes). Sugerimos que había verdad en ambas interpretaciones, y ambas son congruentes con un significado literal.

También comentamos sobre el término "quitado" y cómo podría tener varios significados. Podría significar que el Mesías moriría, pero también, podría significar que el Mesías sería quitado de su pueblo. De nuevo sentimos que ambos significados podrían haberse cumplido al mismo tiempo.

La segunda prueba de una profecía es, si es o no congruente con Eventos Seculares. Los eventos seculares, pueden ayudar a determinar cuál de las posibles interpretaciones es la correcta. Mientras miramos hacia atrás en la historia, Jesús de Nazaret fue matado y quitado de la comunión con su pueblo, los Judíos, en el año 30 d.d.C. Si en verdad era el Mesías, estos eventos confirmaron la autenticidad de ambas interpretaciones.

La profecía también se trataba del "pueblo" de Daniel. La destrucción del velo sagrado en en Templo, en el momento de la muerte de Jesús, apoya fuertemente la teoría de que su muerte significó el fin de los Judíos como el "pueblo elegido de Dios".

Por supuesto, otras personas murieron el mismo año que Jesús. Así que, técnicamente, la profecía podría haber sido de alguien que no era Jesús de Nazaret. Pero quien fuera, tendría que haber sido matado, o de alguna forma "quitado" en el año 30 d.d.C. Hoy, 2.000 años después, no cabe duda de que la historia secular ha comprobado que este mismo Jesús ha tenido la gran influencia que los Judíos esperaban de su Mesías. No hubo nadie vivo cerca del año 30 que pudiera ser candidato como él, para ser la persona a quién se refería la profecía.

Con respecto a los últimos siete años, que aún no han sucedido (y que aún no hemos estudiado profundamente), es un poco más difícil encontrar evidencia de eventos seculares. Sin embargo, cualquier persona con un conocimiento cercano de la ideología Judía, sabría que están ocurriendo eventos, que podrían conducir a la reanudación de los sacrificios de animales en Israel.

La nación de Israel desea profundamente reconstruir su Templo. El hecho de que una de las más sagradas mezquitas musulmanas (La Cúpula de la Roca) haya sido construida en el sitio sagrado Judío donde debería estar el Templo, presenta un grave dilema político. Hace varios años, un Australiano con trastorno de personalidad, pensó que podría ayudar a Dios por medio de destruir la mezquita; pero fue arrestado y acusado. En 1998, un grupo de conservadores Judíos, pidió públicamente que los padres donaran a sus hijos varones primogénitos, para ser entrenados y ritualmente preparados, para actuar como sacerdotes si/cuando un nuevo Templo se construye.

A lo largo de los años han habido numerosas movidas para restablecer los sacrificios de animales. Una propuesta para un Templo ecuménico, involucraba tres templos diferentes en uno: uno para los musulmanes, uno para los Cristianos, y uno para los Judíos, con todos en el mismo sitio sagrado. Otros planes más extraños, proponen hacer un túnel debajo de la mezquita y hacer un Templo subterráneo directamente debajo de la mezquita musulmana. De una forma u otra, parece ser sólo cuestión de tiempo, hasta que se construya un Templo y el viejo pacto se "confirme".

La tercer cosa a tener en cuenta para comprender una profecía, son las Lecciones Espirituales. Hemos demostrado que todo sobre la profecía de las Setenta Semanas, parecía enfatizar un contraste entre una fuerza política y una fuerza espiritual, entre la identidad nacional y la fe individual, entre adorar a edificios y adorar al Dios en cuyo nombre se hizo el edificio, entre servir a reyes y reinos terrenales y servir a un rey y reino celestial. Fue debido a su ceguera a estas lecciones, que la gente no entendió muchas de las profecías acerca del Cristo. Y es porque la gente continúa pasando por alto el significado de estas lecciones, que sigue rechazando hoy en día a Cristo. El mundo está obsesionado con estructuras políticas, mientras el mensaje Cristiano es que no hay estructura política en el mundo que pueda garantizar una paz espiritual o la salvación eterna.

Todas las lecciones anteriores, son más o menos partes de la misma lección, que es que Dios está buscando fe individual, y no afiliación organizacional o nacional. A medida que estudiemos más profecías, tanto en el libro de Daniel, como en El Apocalipsis, veremos que esta lección general surge repetidamente.

Finalmente, una profecía debe ser examinada con respecto a su uso de Palabras Clave. Ya hemos mencionado dos términos (Príncipe, y Pacto) que se demostró que tenían doble significado dentro de esta profecía; pero hay más.

A veces, las palabras clave se usan para ocultar el significado de la profecía. La profecía de las Setenta Semanas, comenzó con una referencia a la reconstrucción de Jerusalén, y concluyó con una referencia a los sacrificios en el Templo. Para los que pusieron su fe en la ciudad y en el edificio, estas referencias tal vez les dieron un sentido de seguridad a través de los años, es decir, la creencia de que lo que realmente le importa a Dios son cosas como reconstruir la ciudad santa de Jerusalén y reanudar los sacrificios rituales en el Templo. Si hubieran pensado que la profecía estaba en realidad amenazando su Templo o su ciudad, podrían haberla sacado de sus sagradas escrituras mucho antes de que se cumpliera.

A menudo, palabras clave vinculan una profecía con otras, de modo que cada una refuerza la misma verdad. Las palabras, "Jerusalén"  y "Templo" son conceptos importantes en las profecías que se encuentran en los Evangelios y en el Apocalipsis.

Uno de los pasajes más tristes de la Biblia, es Mateo 23:37-38, donde Jesús dice: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta." Luego, en referencia al Templo, dijo a sus discípulos: "¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada."

Esta declaración, en Mateo 24:2, viene al comienzo de la profecía continua más larga sobre el fin del mundo, en todos los Evangelios. Cristo dice que, lo que le espera al mundo en su conjunto, comienza con la desolación de Jerusalén y la destrucción de su querido Templo.

El concepto de un Templo más espiritual y una Jerusalén más espiritual, fue hecho más real después de la resurrección de la muerte de Cristo, cuando envió a morar su Espíritu Santo dentro de sus seguidores. Esta experiencia, permite a los creyentes comunicarse directamente con Dios y desarrollar un vínculo directo que no depende de instituciones humanas o mediadores.
Pablo dice: "¿No sabes que tu cuerpo es el templo del Espíritu Santo ahora?" (I Corintios 6:19) En otro lugar dice: "Jerusalén actual, junto con sus hijos, está en esclavitud. Más la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre." (Gálatas 4:25-26)

En el Apocalipsis, también se enseñan los conceptos de un Templo en el cielo (Apocalipsis 11:1) y una ciudad que desciende del cielo, llamada la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:2).
Así que, la profecía de las Setenta Semanas, dice mucho más que sólo que Jesucristo iba a morir en el año 30 d.d.C. Es una pieza en un rompecabezas mucho más grande, y hasta ahora, aparte de ser mensurable, encaja perfectamente con la imagen general que Dios está tratando de darnos, a través de la profecía bíblica en general.

¡ADVERTENCIA!

La fe en los milagros y la fe en las profecías no salvará a nadie. Lo único que te va a salvar es la fe en DIOS. Así que, aunque acabamos de mostrar (en los capítulos 6-8) pruebas de que la Biblia predice el futuro con exactitud, la fe en Dios y la voluntad de hacer lo correcto, no debe depender de si esta profecía es correcta o no, o incluso si existe
Ojalá, la profecía proporcionará inspiración y aliento a las personas que tienen dificultades para tener fe en el mundo de hoy.

Pero hay otra profecía que dice que el líder mundial venidero "pensará en cambiar los tiempos," (Daniel 7:25) aparentemente como parte de su "guerra contra los santos".
Cuanto más cambien los calendarios, más difícil será reconocer la precisión de la profecía de las Setenta Semanas. Y puedes estar bastante seguro, de que el Anticristo querrá borrar las referencias al nacimiento de Cristo del calendario, cuando llegue al poder. ¡Está atento a eso!


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