Como vimos en el artículo ‘Estudiar El Apocalipsis’ , el Apocalipsis no es una revelación para nadie salvo para los siervos de Dios. La razón de esto es que no es una revelación de nada salvo de Jesucristo. La gente a menudo llama a este libro "Revelaciones" (en plural), como si fuera una cajita de golosinas de la que uno puede escoger y elegir de acuerdo a sus deseos. Incluso las personas que han organizado los distintos libros de la Biblia en el volumen tuvieron problemas con su nombramiento.  Algunos lo llamaron "El Apocalipsis de San Juan el Divino". Pero ese no es el título del libro tampoco. El verdadero título aparece en las palabras iniciales del Apocalipsis: "La Revelación de Jesucristo".

La clave para entender el Apocalipsis, y todo lo que tiene que decir sobre el futuro, es creer las enseñanzas de Jesús. La gente ha intentado hacer que el Apocalipsis diga toda clase de cosas que nunca dice; y casi siempre han concluido que es una revelación que su iglesia o su denominación es la correcta y todos las demás están equivocadas. Pero de ninguna manera es así.

El Apocalipsis es una visión poética de cómo las enseñanzas y el ejemplo de Jesucristo trabajan para superar todas las fuerzas del mal en el mundo. La increíble precisión de sus predicciones da esperanza a aquellos de nosotros a los que se les pedirá morir por nuestra fe, sobre todo en los años justo antes de que Cristo regrese a gobernar la tierra. Las profecías no están ahí para asustar ni asombrar al público en general.

En el décimo capítulo del Apocalipsis (Apocalipsis 9-10) un ángel viene a Juan con un "librito" que le pide que coma. Le dice que el libro tendrá un sabor dulce como la miel cuando se lo ponga en la boca, pero cuando llegue a su estómago le resultará amargo. Esta es una buena descripción del Apocalipsis. Es muy divertido para descifrar el código y resolver algunos de los misterios. Pero cuando por fin has visto lo que se revela, lejos de sentirte entretenido, te sentirás más responsable de los males del mundo, y en tomar una posición o no contra éstos. Así que, una vez más, advertimos a los que vienen a leer estos artículos sobre las profecías por curiosidad: no les va a gustar lo que encontrarán.

Cristo tuvo un dilema con el énfasis que las personas le ponen a lo sobrenatural. Las personas con malos espíritus en ellos siempre estaban tratando de decir abiertamente que Él era el Hijo de Dios, y Él siempre les decía que se callaran (Marcos 3:11-12).  Él pedía a sus discípulos que hicieran lo mismo (Marcos 8:29-30). Cuando sanaba a alguien, muchas veces les mandaba a mantenerlo en secreto (Marcos 1:44, Marcos 5:42-43, Marcos 7:35-36). Él dijo: "Una generación malvada busca milagros, pero no se le dará lo que quiere. Lo único que se le dará es la señal que dio Jonás a Nínive" (Lucas 11:29-30). Todo lo que Jonás dio a Nínive fue la Verdad, y el pueblo se arrepintió como resultado de eso.

El registro muestra que Jesús dio al público en general un buen número de milagros. Pero no los hizo bajo presión de ellos. Él mantuvo el control. Él decidía si iba a hacer un milagro o no. Pero a "una generación malvada" no le gustó que Él lo haga de esa forma. Ellos querían ser capaces de aprovecharse de sus poderes y de usarlos para sus propios fines egoístas (Juan 6:26).

Nosotros, los seres humanos, por naturaleza creemos que si alguien puede hacer un trabajo muy convincente de curar a los enfermos, resucitar a los muertos o predecir el futuro, la gente reconocerá la autoridad espiritual de esa persona y comenzará a seguir a Dios. Pero Jesús supo que no era así. Y este es uno de los temas del Apocalipsis: "Los caminos de Dios no son nuestros caminos".

En el Apocalipsis, a Jesucristo se le conoce como "El Cordero" y a los distintos reyes e imperios de la historia se les conoce como "bestias". Lo que el libro revela es cómo una oveja inofensiva… no, aún menos que eso: cómo un corderito inofensivo y asesinado conquista a todos los imperios furiosos y rugientes del mundo. ¡Qué increíble!

El "Cordero" lo hace a contramano de todas nuestras expectativas naturales. Lo hace con el fin de que el poder y la sabiduría de Dios sean dramáticamente demostrados. Esto es coherente con todo lo que Jesucristo enseñó. Él siempre hacía hincapié en la paradoja de "ganar a través de perder", de poner la otra mejilla y que los mansos serían los que heredarían la tierra.

La "Bestia" del Apocalipsis es un remanente de los escritos de Daniel en el Antiguo Testamento, donde se utilizan animales para representar a varios imperios mundiales. Daniel vivió en la época del Imperio Babilónico, que usó un león con alas para su símbolo.  Daniel tuvo un sueño una noche (Daniel 7:2-7), en el que vio a un león con alas de águila. Sin embargo, las alas fueron finalmente arrancadas y el león se convirtió en un hombre. Entonces vio a un oso, seguido de un leopardo con cuatro alas y cuatro cabezas.

La última criatura que Daniel vio realmente le molestaba. Era un cruce entre un animal y una máquina. Tenía dientes de hierro, garras de bronce y diez cuernos, cada uno de los cuales representaba un líder diferente. Se trataba de algo "espantoso y terrible", ya que "devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies". Por último, Daniel vio al "Anciano de los Días" derrocar a los tronos de todas estas bestias. Vio al "Hijo del Hombre" venir en las nubes del cielo (Daniel 7:13-14) y recibir un reino que jamás será destruido.

Hay que entender que Daniel estaba escribiendo muchos años antes que Jesucristo naciera. El término "Anciano de los Días"  hace referencia a Dios, mientras que "Hijo del Hombre" hace referencia al Mesías prometido. Cristo todavía no había llegado en ese entonces.

Daniel oró por la interpretación de su sueño, y Dios le dijo: "Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra.  Después los santos del Altísimo recibirán el reino y poseerán el reino para siempre" (Daniel 7:17).

Los "santos" que reciben el reino son los seguidores de Cristo (o el Mesías), el que vence a todos estos imperios, incluyendo al más horrible: el último. Por esto, los judíos presumieron que el Cristo iba a ser un poderoso guerrero. Así que cuando Jesús vino, nació en un pesebre, vivió casi como un mendigo y enseñó la humildad y el amor, incluso para sus más cercanos seguidores les fue difícil pensar en Él fuera el Cristo. ¿Cómo podría su acercamiento humilde conquistar al Imperio Romano (o a cualquier otro imperio)? Como era de esperar, en vez de conquistar políticamente, Él mismo fue capturado y asesinado: el Cordero fue inmolado.

Pero la historia ha demostrado que este hombre, que nunca escribió un libro, nunca fue propietario de una casa, nunca dirigió un ejército, nunca ocupó ningún cargo político, este hombre humilde ha cambiado e influenciado más vidas que cualquier otra persona que haya vivido jamás. El mundo entero mide el tiempo de su nacimiento. Y Él promete venir una vez más en un futuro próximo para establecer un reino visible aquí en la tierra.

Hasta que llegue, lo único que tendremos son "bestias". Daniel vio a un león con las alas de un águila, un oso y un leopardo. ¿Representarán también a algunos países en el mundo actual? ¿Existe algún país que esté simbolizado por un león? ¿Tiene alguna relación con otro país simbolizado por un águila? ¿Existe algún país simbolizado por un oso? ¿Y qué pasa con el leopardo que tenía cuatro cabezas diferentes? ¿Podría la pantera representar diferentes países?

El mundo en la última mitad del siglo XX se dividió entre dos grandes potencias - Estados Unidos y Rusia - con una creciente influencia del mundo subdesarrollado y de China. El águila es el símbolo de Estados Unidos y el león es el de Inglaterra, del cual el águila ha salido. El oso es el símbolo de Rusia y el leopardo puede llegar a ser el símbolo del mundo subdesarrollado. China tiene como símbolo un dragón, un símbolo que también aparece en el Apocalipsis y que trataremos en otro artículo.

Por ahora, tenemos los símbolos de las tres principales fuerzas políticas del siglo XX (Inglaterra, Estados Unidos y Rusia), además de la "Bestia" final que terminará superando a los otros tres en poder y brutalidad.

Por supuesto, esto podría ser solo una coincidencia, una simple casualidad. La mención de las águilas, osos y leopardos no prueba nada en sí mismo. Pero quizás es mejor no deshacernos de la posibilidad de que estos símbolos se relacionen a los poderes mencionados. Por lo menos, hasta que hayamos visto si hay evidencia suficiente para sugerir que las profecías bíblicas hablan de los tiempos que vivimos ahora.

Con eso en mente, en el artículo ‘Las Setenta Semanas’ analizamos una profecía que no es tan abierto a interpretación.  Se trata de una profecía que tiene que ser la profecía más asombroso y verificable en la Biblia.  Cientos de años antes del nacimiento de Aquel que los cristianos llamen El Mesías, el profeta hebreo Daniel había predicho el año en cual el Mesiás moriría.  Leelo y ve para ti mismo.


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