Ya dimos un resumen de los eventos que ocurrirán en el artículo Estudiar el Apocalipsis. La introducción del Apocalipsis dijimos, incluye un libro con siete sellos.  La época de la Gran Tribulación es marcada por siete trompetas.  Y el castigo del mundo por Dios es marcado por siete “copas” o “ contenedores” de juicio que serán vertidos sobre la Tierra. Cada división entrecruza a las otras que vienen antes o después de ésta.

Así que, cuando el quinto sello del libro se abrió, le dio a Juan un pantallazo de cómo sería el tiempo de grandes problemas (también conocido como “La Gran Tribulación”).  Él vio mártires clamando a Dios y preguntando cuánto más tiempo tendrían que esperar para que Cristo vuelva para salvarlos.  Se les fue dicho que tendrían que esperar un poco más de tiempo hasta que otros creyentes hayan sido probados de la misma forma que ellos.

El sexto sello reveló a Juan una visión más profunda de lo que pasaría durante La Tribulación.  Hubo un gran terremoto; las estrellas del cielo cayeron a la tierra; se oscureció el sol; y la luna se volvió roja.

Luego fue el séptimo sello.  Parece que el capítulo siete entero representa el séptimo sello, aunque este sello en sí no se menciona hasta el primer versículo del capítulo ocho.  Juan dijo que hubo silencio en el cielo por alrededor de una media hora después de que se abrió el último sello.  Es como si todo el cielo se hubiera quedado sin palabras con la conclusión de este “libro” fuertemente conmovedor.

Lo que pasó en el séptimo capítulo (cuando se abrió el último sello) fue que los 144 mil “siervos de Dios” fueron “sellados en sus frentes” en preparación de los problemas venideros.  Aparentemente estos 144 mil personas crecerán en número durante la “Gran Tribulación”, porque Juan dice que vio “una gran multitud la cual nadie podía enumerar” (Apocalipsis 7:9), y se le fue dicho, “Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7:14).

En el artículo “La Semana Faltante” hablamos sobre esta restauración visible del pueblo de Dios durante los últimos siete años de la historia de la tierra. Aunque estas 144 mil personas representan el pueblo elegido de Dios, es un error confundirlas con los judíos de hoy en día.  Originalmente, hubo doce tribus de Israel, y la tribu de Judá solo era una de ellas.  Los judíos toman su nombre de una de las dos tribus que ellos representan (Judá y Benjamín).  Las otras tribus ya no existen más.

Una descripción más completa de los 144 mil aparece en Apocalipsis 14:4-5, donde vemos que esta gente no es caracterizada por su linaje tanto como por su fe: “Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios”.

Hay dos frases clave aquí.  Una es que estas personas son “sin mancha”. En otras palabras, son profundamente sinceras. Quieren conocer la verdad a cualquier costo para ellas mismas, y están listas para cambiar sus vidas para conformarse a la verdad.

La otra frase es que “siguen al Cordero por dondequiera que va”.  Son seguidores genuinos de Jesús - no “cristianos nominales” que piensan que están haciendo bien si van a la iglesia una vez por semana.  En cambio son, verdaderamente, cristianos obedientes a Cristo.

Hay una tercera frase que describe a estas personas, que no vamos a profundizar ahora.  Son descriptas como “vírgenes,” o “hijas solteras”.  Este término femenino está combinado con términos masculinos en tal manera como para implicar que el género no es un punto importante para determinar la membresía en este ejército.  Hay espacio para debatir si la virginidad que se menciona aquí se refiere literalmente a la condición sexual o si es solamente una alusión al compromiso espiritual.

Las referencias a las tribus de Israel (justo antes de que el libro se enfoque en la “Gran Tribulación”) nos traen de nuevo a las profecías de Daniel y los últimos siete años del pueblo de Dios. Los judíos fueron solo una de las doce tribus en la época de Jesús, pero aún eran oficialmente parte del “pueblo de Dios”... hasta que rechazaron a su Mesías.  

Esta revelación final del pueblo de Dios nos dice que está constituido por aquellos que no han rechazado al Mesías (o Cordero) de Dios.  Esta gente estará visiblemente unida por los últimos siete años.


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