Es tentador ser imprudente con respecto a las finanzas, como una manera de probar que tenemos una gran "fe".

Usemos la comparación entre comprar comida rápida y comprar comida de oferta para cocinar una comida tú mismo.  Un soltero por su cuenta puede encontrar que no vale la pena pasar mucho tiempo cocinando, o aun tomar el tiempo para calcular el precio más barato entre dos cosas... especialmente si está ganando mucho dinero y gastándolo solo en sí mismo.  Para el soltero, comprar comida rápida puede ser una opción razonable.

Pero es diferente cuando hay dos o más personas donde hay una división de labores que debería beneficiar a todos.  En la medida que la comunidad se hace más grande, y mientras la visión de la comunidad de ayudar a los demás también se expande, una mejor eficiencia puede y debe alcanzarse.  En el proceso, se pierde el espíritu despreocupado e independiente que existió en los días de soltería.  Así es fácil para el diablo argumentar que las compras espontáneas (como la comida rápida) demuestran una fe más grande que molestarse por organizar un  presupuesto.  Pero ser responsable con el dinero no significa necesariamente que tú estés preocupado por las finanzas. 

A veces es sabio gastar un poco más de dinero (cuando uno ya lo tiene) para ahorrar tiempo.  Pero la fe genuina funciona incluso cuando no tenemos mucho dinero, y funciona por medio de considerar de antemano tales circunstancias cuando estamos tomando decisiones financieras.

Hemos descubierto que cada vez que hacemos algo un poco extremo para practicar más literalmente las enseñanzas de Jesús, usualmente el resultado es que nos acercamos más a Dios a través de eso.  Pero a veces recibimos una guía bastante clara de Dios en medio de estos experimentos “extremos” en la que Él no quiere que tomemos ese pasaje particular a ese extremo en las circunstancias presentes.  Realmente estamos “tentando” a Dios, por ejemplo, si seguimos desechando lo que Él nos ha dado para ser usado en su servicio.

Dios nos dijo literalmente renunciar a todo una vez, lo cual marcó la transición entre hacer las cosas a nuestra manera y hacer las cosas a Su manera; y continúa diciéndonos que estemos abiertos a renunciar a todo otra vez.  Pero ahora el énfasis está en “como Él guíe”. Cualquier riqueza que  hayamos recibido desde la renuncia total inicial es definitivamente un regalo de Dios ahora.  Es Él el que debe decir cómo debe ser usado. Imaginamos a Jesús y a sus discípulos viviendo en simplicidad y no estando apegados a sus posesiones, pero no vemos evidencia de que renunciaron a  todo lo que poseían al final de cada día, o que devolvieran los regalos que les fueron dados.

Este acercamiento nos impone una mayor responsabilidad en ser honestos sobre lo que Dios realmente nos está diciendo que hagamos.  Hemos visto cuán fácilmente es para los iglesianos usar tales argumentos (por ej. Dios no me está “guiando” a renunciar a todo) deshonestamente; y hemos visto cuán fácil es hacer lo mismo nosotros mismos.  Pero sinceridad es la clave.  Debemos buscar la verdad completa, en vez de una justificación egoísta  o un dogma legalista.

Es importante que seamos consistentes en nuestras actitudes hacia las cosas que están siendo poseídas en común y hacia las cosas que se nos han dado personalmente.  Pero hemos visto cómo algunas personas argumentarán el dar fondos o recursos grupales a “cualquiera que pida” mientras que usan egoístamente sus recursos personales. Tu dinero es tuyo para gastarlo como lo elijas. Pero por favor, sé tan duro contigo mismo como lo eres con el grupo.   Examinar tu actitud hacia tu propio dinero y recursos te puede dar un mejor entendimiento de cuán espiritual (o no) realmente eres.  No caigas en el truco del diablo de esperar que la comunidad haga algo que tú no estás preparado a hacer tú mismo.

Gastamos mucho dinero en estos días, y no todo va directamente a los pobres.  Pero aparte de algunos gustos ocasionales, la mayoría se gasta en transporte o en imprimir más libros, y ambos gastos son consistentes con ir a todo el mundo para predicar el evangelio a toda criatura. Insistir que demos todo a cualquiera que nos pide puede ser un disfraz ingenioso de un espíritu descontento con lo que ya estamos haciendo de una manera bastante responsable.

El punto con respecto a dar a todos los que nos piden (u otros temas, como no resistir al malo) es simplemente hacerlo y ver qué resulta.  Dios quiere que seamos totalmente abiertos a Él usándonos a nosotros y a nuestros fondos en cualquier manera que Él elija. Pero no impongas una carga a la comunidad que no estés llevando tú mismo.  Busca maneras en las que tú personalmente puedas hacer más para ayudar a los pobres.

Sinceros experimentos personales te ayudarán ser más comprensivo acerca de lo que la comunidad (y lo que otros idealistas) están haciendo.  Significa infinitamente más para nosotros cuando una corrección viene de alguien que ha logrado un ideal por sí mismo, que cuando viene de alguien que no tiene intención de sinceramente practicar la teoría y solo quiere buscar errores en lo que estamos enseñando.  Experimenta  personalmente si quieres crecer espiritualmente; pero no solamente pongas cargas  para que los demás hagan más.

El crecimiento espiritual no siempre va a llevar a un acercamiento al estilo de Tolstoi acerca del gobierno y las finanzas (es decir, un acercamiento más anárquico). Pensamos que, dentro de los límites de un objetivo cristiano general, hay lugar para un poco de “toma y daca”.

Después de haber hecho el compromiso inicial de renunciar a todo para vivir por fe, Dios te va a guiar a hacer algunas cosas que podrían ser consideradas como egoístas. Teresa de Calcúta, por ejemplo, aprendió temprano en el camino que tenía que estar dispuesta a comer y descansar ella misma si iba a poder ayudar eficazmente a la gente a quien atendía.  Jesús dejaba a las multitudes y literalmente se escondía para poder descansar.  La Biblia registra que lo hizo bastante seguido.  Él alimentó a las multitudes un día, y un poco después se rehusó abiertamente a darles algo, debido a que sus motivaciones eran malas. (Juan 6:26-35)  Él quiere que estemos dispuestos a hacer cosas extremas como dar a personas que no lo merecen, pero hemos descubierto que Su plan a largo plazo no es que dejemos que las personas más avariciosas tomen el control de las decisiones tampoco. 

No olvides que Tolstoi ni siquiera llegó a practicar el renunciar a todo hasta que tuvo alrededor de 80 años de edad.  No vivió suficiente tiempo para dar una actualización sobre lo que aprendió después de empezar a ponerlo en práctica.  Esa actualización ha sido dejada a personas como nosotros y la hermana Teresa.  Y esto es de lo que se trataba este artículo.


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