Luego, el capítulo describe una guerra en el Cielo que termina con Satanás siendo echado y arrojado a la Tierra. (Apocalipsis 12:7-9) Satanás sabe que tiene poco tiempo para hacer su trabajo sucio, entonces busca vengarse de Dios persiguiendo a la mujer. (Apocalipsis 12:12-13)
La profecía también menciona un período de tres años y medio, que ha sido el tema del libro hasta ahora. Obviamente, María, la madre de Jesús, no está en la Tierra hoy. Sin embargo, se nos dice que esta mujer será milagrosamente protegida de los ataques del Diablo (el “dragón”) durante este periodo de tiempo, primero, al recibir “alas” para escapar de la tribulación, y luego al abrirse la tierra para tragar la inundación que el dragón envió para destruirla. (Apocalipsis 12:14-16)
Finalmente, el dragón se enoja con la mujer, y comienza a hacer la guerra contra el remanente de su semilla. (verso 17)
Lo que tenemos aquí son dos interpretaciones paralelas para la misma profecía. La mujer representa a María, la madre de Jesús; pero ella también representa a la Iglesia o a los seguidores de Cristo. Jesús dijo a María y a su familia terrenal: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la obedecen”. (Lucas 8:21)
Entonces, mientras María trajo al bebé Jesús al mundo, sus seguidores dieron luz a Jesús espiritualmente en el mundo de hoy, cuando llevamos a la gente hacia Él y sus enseñanzas. El Diablo usó su poder político para tratar de detener a Jesús de niño; pero usará poderes políticos más universales en una trama mucho más elaborada para intentar detener a los seguidores de Jesús durante la Gran Tribulación.
Pero si la mujer es la Iglesia, entonces ¿quién es “el remanente de su semilla”? La profecía promete que la Mujer será protegida en el desierto, al mismo tiempo que el dragón hará la guerra al remanente de su semilla.
Esto se parece a la promesa que hizo Jesús con respecto a este mismo período de tiempo. Él dijo: “Ustedes serán traicionados, y a algunos de ustedes se les dará muerte. Y ustedes serán odiados a causa de Mi Nombre. Pero ni uno de los cabellos de sus cabezas perecerá”.
La mayoría de nosotros pensaría: “¡Olvida mi cabello! ¡Salva mi vida!”. Pero Él estaba hablando de algo que se asemeja a un boxeador ganando una pelea o un país ganando una guerra. No lo haces sin un poco de dolor y sin damnificados. Al final, seremos protegidos. Nada ocurrirá sin que nuestro Comandante en Jefe no lo sepa. Todo estará absolutamente bajo su control. Pero eso no significa que no tomará decisiones durante la batalla que costará algunas de nuestras vidas.
Aunque soldados de ambos bandos mueren invariablemente en una guerra, esta imagen de victoria, a pesar de los damnificados, tiene mucho más sentido cuando los soldados son inmortales. Aunque puedan asesinarnos, no pereceremos, porque tenemos vida eterna.
La Biblia suele comparar el sufrimiento por una buena causa a los labores de parto que una mujer experimenta antes de dar a luz. Jesús dijo sobre su propia muerte: “Sufrirás, pero tu sufrimiento será transformado en alegría. Una mujer cuando está dando luz tiene dolor, porque ha llegado su hora. Pero tan pronto a dado a luz al niño no recuerda la angustia, por la alegría de haber traído un niño al mundo”. (Juan 16:20-21)
Incluso si somos asesinados durante la Gran Tribulación, sabemos que al final seremos traídos devuelta a la vida para gobernar la Tierra con Cristo. Cuando eso pase, no recordaremos la angustia que nos precedió.
La Iglesia en el Desierto representa la protección milagrosa de Dios y la provisión por tres años y medio. Esto es similar a los sirvientes que Dios sellará en sus frentes para ser protegidos por cinco meses de la plaga de escorpiones-langostas que mencionamos en el artículo 'Las Siete Trompetas'. Aunque los sirvientes de Dios están protegidos de tales cosas, habrá otras de las que no seremos protegidos durante ese tiempo. Necesitamos estar preparados para poder afrontar esos problemas y ganar el premio final.
Dios nos protegerá, pero si la única razón de existencia para nosotros durante la Gran Tribulación es sólo ocultarse en una cueva hasta que acabe, entonces es mejor morir e ir al Cielo ahora. Apocalipsis 12:11 dice cómo los seguidores del Cordero son capaces de vencer al Diablo durante los tres años y medio finales: “Lo vencieron con la sangre del Cordero y con la palabra de su testimonio, y al no amar sus vidas, incluso hasta la muerte”. Nuestra voluntad para dejar nuestras vidas es lo que nos hace ganadores, de la misma manera que lo hizo el Cordero. Y un completo refugio de todas las incomodidades del mundo no nos dará chance de dar ese testimonio de fe a un mundo que no tiene fe en Dios.
Nuestro propósito verdadero en estar aquí durante los últimos tres años y medio, es el mismo de los Dos Testigos. Estaremos aquí para dar testimonio al mundo de que Dios es más poderoso que todas las fuerzas del mal.
Para ser testigos así, al menos algunos de nosotros necesita salir de nuestros escondites en el desierto (cualquiera que sea), al menos por algún tiempo. Tendremos que experimentar formas de comunicar nuestro mensaje rápida y efectivamente antes de buscar refugio nuevamente. En el proceso, mucho de nosotros será capturado y asesinado. Hay que reconocer eso ahora. Pero, sobretodo, el mensaje seguirá llegando al exterior, y con él la buena noticia de que (vivos o muertos) ganaremos al final.