Las personas usan términos como “superstición” y “magia” cuando se refieren a religiones no cristianas, y términos como “fe” y “milagros” cuando se refieren a creencias cristianas. ¿Hay alguna diferencia? ¿O tan solo son palabras cargadas de implicaciones que utilizamos para sonar espiritualmente superiores a la oposición? La respuesta es un poco de ambas.
Ciertamente, hay poca diferencia entre la actitud promedio de los católicos hacia los crucifijos y las reliquias santas y la de las tribus primitivas hacia las baratijas ofrecidas por sus curanderos y hombres santos.
Pero esto no significa que la fe real es inexistente. De hecho, la diferencia entre superstición y fe es casi tan dramática como la que existe entre el bien y el mal. La superstición se basa en el deseo de controlar y usar a Dios; mientras que la fe se basa en el deseo de dejar que Dios te controle.
La fe supersticiosa es el tipo de fe que tiene el diablo (Santiago 2:19). En lugar de creer y confiar plenamente en un todoamoroso y todopoderoso Ser supremo, las personas supersticiosas creen en una Fuerza que puede ser controlada si aprenden de qué cuerdas tirar. Suponen que su intelecto humano puede ser más astuto que esta Fuerza, de manera similar con la que hemos aprendido a hacer de la electricidad nuestro sirviente. Su fe está en su capacidad de controlar la Fuerza.
Las cadenas de oración o demostraciones similares se basan en la suposición de que cuánto más personas oren y cuánto más tiempo oren, mayor será la posibilidad de forzar a Dios para que se conforme a sus deseos. Esto es superstición.
Rara vez la “iglesianeidad” se eleva por encima del nivel de la superstición. Si no estamos usando la religión para obtener salud, riqueza o una buena sensación, la estamos usando para impresionar a las personas o para garantizar un asiento en el Cielo.
Pero Jesús enseñó que la única forma en que podremos obtener algo de esto es renunciarlo todo. Dijo que un siervo no recibe un trofeo solo por hacer su trabajo (Lucas 17:7-10). Y nuestro trabajo es servir a Dios, no usarlo.
Dios, a través de Jesús, ha hecho un camino para que recibamos la vida eterna, pero solo si ve en nuestras acciones una prueba de fe genuina en Él primeramente. No viene a través de la superstición. La fe en la "oración del pecador" u otros rituales de salvación no es más que una superstición...la creencia de que puedes hacer algún acto trivial u obra religiosa que pondrá a Dios y todas sus fuerzas de tu lado.
Lo que Dios quiere es asombroso respeto por Su autoridad y humilde obediencia a todo lo que Él dice. La fe sin tal obediencia es superstición.