Cada miembro de nuestra comunidad necesita reflexionar profunda y seriamente sobre la posibilidad real de simplemente caer en el mismo camino en el que hemos notado que todas las denominaciones religiosas caen, donde gradualmente se vuelven cada vez más tibias, insinceras y fuera de contacto con Dios. Este primer punto tiene que ver con el concepto de autonomía con cual hemos experimentado como comunidad, y hacia dónde puede conducirnos si no estamos examinándonos sinceramente.

Algunas personas parecen tener una idea de autonomía e independencia en la que suponen que es una promesa y un derecho a que ningún otro líder cristiano pueda hacerles rendir cuentas, y a que pueden hacer casi todo lo que quieren. En el pasado, cuando a algunos equipos autónomos, les hacían rendir cuentas de las cosas que estaban haciendo (o no estaban haciendo), se sentían molestas, como si se había roto una promesa de no hacerles rendir cuentas. Pero, por supuesto, cuando alguien tiene ese entendimiento, simplemente demuestra que ha perdido el punto de lo que realmente significa la libertad espiritual.

La libertad, como la vida misma, no es solo un fin en sí mismo; es una prueba. ¿Qué vas a hacer con la libertad que Dios te da? Algunas personas usan su libertad "como una ocasión para la carne". Para intentar contrarrestar esto, hay la alternativa de ser un solo grupo grande. Aunque eso en sí no necesariamente resuelve los problemas. Aun si la comunidad de la cual formas parte no te pide que te vayas por abusar de tu libertad, sea por rebeldía o apatía, serás "ahorcado" espiritualmente cuando estés ante Dios. Y para aquellos que queremos realmente crecer espiritualmente, una nueva y completa revolución debe suceder en nuestras vidas, un verdadero movimiento del Espíritu en la relación que cada uno de nosotros tiene que tener personalmente con Dios.

Hablaremos ahora sobre la oración (y, en menor medida, con el ayuno).

Tu relación con Dios solamente es tan buena como tu vida de oración lo es; y tu vida de oración es más que buenas intenciones y experiencias religiosas pasadas. Es incluso más que disciplinas rituales (aunque para muchas personas, incluso las disciplinas rituales en el área de la oración son a menudo bastante escasas).

Existe un dilema ético con respecto a la oración, donde sabemos que debe ser secreta (y lo mismo con el ayuno). Entonces, no hay ningún mecanismo para que los líderes cristianos "revisen" a las personas para saber si han estado orando. Y, sin embargo, es increíblemente fácil saber si una persona está orando o ayunando sin haber metido nunca la nariz en su habitación de oración. En comparación con la oración/ayuno ritual insincero, que solo hace que una persona sea religiosamente orgullosa, la oración y el ayuno verdaderos te mantienen en el espíritu. Nuestras acciones y comportamiento muestran el fruto de si estamos orando y ayunando. Y si dentro de nuestra comunidad las personas regularmente tienen que estar resolviendo problemas contigo porque estás fuera del espíritu, o no estás resolviendo tus problemas con los demás, entonces obviamente no estás orando y no estás ayunando. Fácil, ¿no es así?

La oración y el ayuno son definitivamente un área de nuestra vida espiritual donde las buenas intenciones no cuentan para nada. Podemos hablar ACERCA de la oración y ACERCA del ayuno, y tener buenas intenciones de cambiar, pero si no lo HACEMOS (y continuamos haciéndolo), espiritualmente no vamos a ir a ningún lado.

Una vez tuvimos una pareja que se unió a nuestra comunidad y una de las primeras cosas por las que presionaron fue por un "día de ayuno" cada semana. Nos rehusamos y les dijimos que el ayuno debe ser privado y secreto. Cuando no pudieron obtener una audiencia para un ayuno, perdieron interés en el ayuno por completo (y probablemente también en la oración), y solo faltaron un par de semanas para que ambos se deslizaran. Fue muy fácil para nosotros ver que no estaban orando y ayunando. Pero, sabes, es bastante fácil ver que otros de nosotros tampoco estamos orando y ayunando. Y a menos que lo hagamos, nos dirigimos a la destrucción espiritual (ya sea que nos mantengamos o no como miembros de esta comunidad o que repartamos mucha literatura cristiana).

Un tercer punto se trata de los "pecados recurrentes". Cada uno de nosotros tiene un área de nuestra vida donde nos quedamos cortos una y otra vez. Esto es lo que llamamos "pecados recurrentes". Por lo general, son el tema principal por el cual los demás inician reuniones de resolución contra nosotros. Tenemos personas en la comunidad que son habitualmente impacientes, malhumoradas, deshonestas, perezosas, orgullosas, egoístas, chismosas, etc. Con suerte, cada uno SABE cuál es su pecado recurrente, al menos. (Algunos pueden tener más de uno). Pero una de las cosas que nos impide progresar con nuestros pecados recurrentes es que los trivializamos. Nos decimos a nosotros mismos (y a otros también, a veces) que en realidad no son tan malos, que solo son flaquezas o debilidades, que Dios nos hizo de esta manera, y que a veces son casi virtudes. Nos convencemos a nosotros mismos de que al menos somos humildes, porque sabemos que tenemos estos problemas; pero entonces no nos molestamos en declarar seriamente la guerra al pecado mismo. Es más fácil convencernos a nosotros mismos de que somos mejores aferrándonos a eso, porque nos mantiene humildes. (Y si se supiera la verdad, ¡probablemente no seamos tan humildes como nos gustaría pensar que lo somos!)

Todo esto es solo una extensión de la perversión de la gracia de Dios, tan común en las iglesias, donde más o menos dicen: "Pequemos, para que la gracia abunde".

Este concepto de pecados recurrentes se relaciona con los dos puntos anteriores de la oración y el ayuno, y de la libertad que viene con la autonomía. Cada uno de nosotros (ya sea miembro de esta comunidad o no) somos libres de rendirnos al pecado o de tomar medidas para dejar de pecar. Hacer algo práctico para dejar de pecar es, por supuesto, mucho más difícil que simplemente rendirse al pecado, especialmente considerando que ninguno de nosotros es perfecto. Así que no importa cuánto nos esforcemos por superar el egoísmo, por ejemplo, todavía habrá momentos en que nos equivoquemos, mientras que rendirnos al pecado no requiere que tenemos que medirnos o rendir cuentas en absoluto. Sin embargo, continuar peleando la buena batalla de la fe es de todo lo que se trata el discipulado (... al contrario de lo que enseña la doctrina de la falsa gracia que dice que decir "¡Señor, Señor, Tú lo has hecho todo y yo no necesito hacer nada!", es de lo que se trata el discipulado!).

Así que, ¿cuál es tu pecado recurrente? Por favor, tómate el tiempo para responder esto ahora mismo. Escríbelo si tienes que hacerlo, para que no dejes que este artículo se desperdicie y que te quedes con solamente buenas intenciones. Y mientras estás en eso, ¿cuánto tiempo pasaste orando la última semana? Escribe eso también... no para que alguien más lo lea, sino para que tú lo observes y reflexiones. ¿Y en cuántas comidas has ayunado en la última semana? Una vez más, solo información secreta entre tú y Dios.

Ves, el hecho de que esas cosas sean personales se convierte en una buena excusa para ocultarlo de nosotros mismos. Así que seguimos adelante día a día, bastante indiferentes a si estamos o no llegando a algún lugar espiritualmente.

Hay conceptos tales como orar sin cesar y ayunar sin cesar, que tratan con nuestras actitudes más que con las cosas objetivamente medibles. Y sabemos que nuestros fracasos PUEDEN convertirse en victorias, haciéndonos humildes por lo menos. También sabemos que el cambio real no va a venir a través de la ley, sino a través de cambios que solo pueden originarse desde lo más profundo de nosotros mismos. Pero todo eso nunca sucederá si decidimos huir de las incómodas verdades sobre lo poco que estamos haciendo en este momento para cambiar.

Ahora tienes algunas respuestas a las preguntas que se hicieron (y esperamos que al menos ALGUNOS de nosotros tengamos algunas respuestas de las que no nos avergoncemos). El siguiente paso es decidir si necesitas o no realizar algunos cambios serios en tu vida, especialmente en tu vida de oración. Creo que si podemos comenzar a hacer esos cambios, veremos que las cosas mejoran en todo lo que hacemos. Eres libre de hacer o NO esos cambios, pero al menos ten el coraje de admitir que has tomado esa decisión, por examinar tus respuestas y tomar la decisión de mejorar tu vida de oración (o no mejorarla).

Piénsalo. Pero, lo que es más importante, ora por eso... y REALMENTE ora por eso.


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