Ninguna religión parece propagarse más rápido hoy que la religión del egoísmo. Es conocida con muchos nombres, pero la mayoría de ellos hace poco esfuerzo por ocultar la filosofía subyacente de la auto-adoración.
Llámesele autorrealización, autoconciencia, autosuficiencia, autoestima, entrenamiento en asertividad o lo que sea... el mensaje básico es que vivir tu vida para los demás es un trabajo demasiado duro. Es más divertido y menos estresante ser egoísta.
Los muchos gurúes del egoísmo están entrenados para convencerte de que puedes complacerte totalmente sin ningún sentimiento de culpa. Un sentido de responsabilidad y consideración por los demás es atacado como un enemigo del "yo todopoderoso". O enseñado solo como una estrategia para conseguir lo que quieras.
En esta era de auto-gratificación instantánea, donde casi cualquier cosa puede obtenerse con un poco de dinero y al toque de un botón, muy pocos piensan en considerar las repercusiones a largo plazo de un mundo enloquecido por el egoísmo. ¡Lo único que importa es que ahora mismo pueda sentirme bien!
Lamentablemente, el movimiento está llenando una necesidad genuina. Demasiadas personas hacen lo correcto por la razón equivocada. Solo son buenos porque temen a lo que pensará la gente si hicieran lo que realmente quiseran hacer. Pero, al convencer a estas personas de que los placeres del egoísmo harán más que compensarlo que la gente piensa, los gurúes solo han agregado un nuevo vicio al anterior. A medida que el egoísmo se vuelve más y más popular, en realidad se hace más fácil ser egoísta por la misma razón errónea (es decir, rendirse a la presión del grupo de compañeros) que las personas solían tener para ser desinteresadas en el pasado.
En los años sesenta hubo quejas de que hablar de amor era superficial. La generación hippie confundió las emociones superficiales y la retórica elegante con el compromiso a largo plazo que requiere el amor real. Pero hoy el amor de cualquier profundidad está bajo ataque. "¿Qué tiene que ver el amor con esto?" canta Tina Turner. "¡Dame dinero!" responde otro ídolo pop. Y el 'amor' de que más hablan es en realidad, la lujuría.
Muchos poetas y compositores, los profetas perennes del amor, parecen haber agotado su gusto por el amor y se han convertido a un mensaje más áspero de odio y egoísmo.
La pregunta obvia (¿A dónde lleva todo esto?) debería hacernos cuestionar más profundamente sobre nuestra propia respuesta a la situación. ¿Es nuestro compromiso de amar lo suficientemente fuerte como para enfrentar una guerra espiritual total en contra del amor? ¿Tenemos algo más profundo que una sonrisa dentuda y artesanias hippie para sostenernos en un mundo que se está hundiendo rápidamente en la oscuridad espiritual? ¿Podemos motivar a otros a unirse a nosotros antes de que también sean absorbidos por el vórtice oscuro?
El tiempo lo dirá.