Jesús visitó a dos hermanas. Una de ellas (María) se sentó a Sus pies y lo escuchó, mientras que la otra (Marta) se involucró totalmente en la preparación de la comida para la visita. Jesús reprendió a Marta porque ella no había actuado como su hermana, y no se había tomado el tiempo de escuchar lo que Él estaba diciendo (Lucas 10:38-42).

Con qué frecuencia las mujeres, con todas las buenas intenciones, nos convertimos en “Martas”, cargando con tanto peso de responsabilidad que no podemos disfrutar de la compañía de los demás o recibir el alimento espiritual que nos es ofrecido.

Jesús vino como un siervo humilde no "para ser servido, sino para servir," y nos exhortó a tener la misma mentalidad (Mateo 20:25-28). El Cristianismo tiene mucho que ver con el servicio: dando nuestras vidas por amor a nuestros hermanos y hermanas (1 Juan 3:16).

Entonces, ¿qué estuvo mal con lo que hizo Marta?

El problema de Marta surgió de (1) ignorar las necesidades sociales y espirituales, para satisfacer las necesidades físicas de quienes la rodeaban; (2) ignorar su propia necesidad de descanso; y (3) ser motivada por una conciencia social que no estaba sometida a la verdadera conciencia.

La primer causa del “Síndrome de Marta” es ignorar las necesidades sociales y espirituales para satisfacer las necesidades físicas. Cuando hacemos eso, es como decir "Estoy tan ocupado haciendo cosas Cristianas que no tengo tiempo para ser Cristiano". Tenemos que comenzar con nuestra relación con Dios, que luego tendrá un efecto en todo lo demás que hacemos. Simplemente no tendremos el poder para amar al mundo si no nos mantenemos vinculados a la Fuente de ese poder. Y nos mantenemos vinculados al tomarnos el tiempo de sentarnos a los pies del Maestro y esperar Sus instrucciones, como lo hizo María.

Dios también nos creó como seres sociales. Necesitamos darle lugar a eso para satisfacer nuestras propias necesidades y las de otros que están bajo nuestro cuidado. Es posible que Marta haya necesitado disfrutar un poco más de la compañía de María, así como de la compañía de Jesús. Hay momentos en los que necesitamos dejar de trabajar para disfrutarnos unos a otros.

Si eres creativo, puedes hacer que algunas tareas sean más agradables al incorporar la interacción social a la tarea en sí. Trabajamos mejor cuando disfrutamos lo que estamos haciendo y ¡qué mejor manera de disfrutarlo que hacerlo con las personas con las que disfrutas estar! Pero más allá de si puedes o no realizar los trabajos físicos al mismo tiempo que tratas con las relaciones interpersonales, necesitas entender que las relaciones son más importantes que la tarea física en sí misma. Una excelente comida nunca compensará una atmósfera de tensión y desacuerdo.

Una segunda causa del “Síndrome de Marta’ es ignorar la necesidad de descansar y de atender a tus propias necesidades físicas.

Jesús, el Siervo, se sacrificó a sí mismo por las necesidades de los demás, pero se mantuvo "en el espíritu" mientras lo hacía, en parte, permitiéndose tiempo para sus propias necesidades importantes. Aparentemente, tenía el hábito de levantarse temprano e ir a un lugar solitario, donde podía orar y recibir alimento espiritual (Mateo 14:23; Mateo 17:1; Mateo 24:3). Pero cuando realmente necesitó dormir, lo hizo (Mateo 8:24). Él ayunó (Juan 4:32;34), pero también disfrutó de banquetes algunas veces. No consintió, pero tampoco descuidó sus necesidades humanas.

No solo está bien, sino que a menudo es preferible que atendamos nuestras propias necesidades, así podemos tener una mayor capacidad de dar a los demás. Cuando la hermana Teresa comenzó en Calcuta, solía prepararse un almuerzo para llevar y comer afuera, mientras estaba atendiendo las necesidades de los demás. Ella constantemente regalaba su almuerzo, debido al hambre que presenciaba a su alrededor. No le llevó mucho tiempo enfermarse y no poder salir a ministrar. Un amigo la convenció de que podría lograr más a largo plazo, si se mantenía sana. Ella comenzó a comer sus almuerzos después de eso.

No queremos ser culpables de enseñar a las personas a ser egoístas... particularmente en casos de necesidad real, como existen en todas partes en la India. Ciertamente, podemos saltear una comida de vez en cuando, sin que suframos algún daño. Pero si constantemente negamos nuestras propias necesidades físicas, haremos que nuestros cuerpos sientan el impacto y, eventualmente, nuestros ministerios también. En particular, si lo hacemos sin la guía de Dios, puede conducirnos a tener un espíritu amargo y hostil en lugar de uno amable y gentil. A veces parece ser un acto egoísta (como comer nuestro almuerzo en lugar de regalarlo) que logra el mayor efecto en humillarnos, para así poder ofrecer un mejor servicio espiritual a los demás.

Una tercera causa del “Síndrome de Marta” es una obsesión por seguir la conciencia social (es decir, tu preocupación por lo que otros pensarán de ti). La sociedad nos enseña desde temprana edad cuál debe ser nuestro rol como mujeres. Este proceso de socialización nos inculca deseos internos que nos pueden hacer exitosas en muchos emprendimientos. Esos deseos, también pueden ser herramientas útiles para ayudarnos a alcanzar nuestras metas dentro del Reino de los Cielos... siempre y cuando reconozcamos cómo funciona la conciencia social combinada con nuestra conciencia Cristiana, y mantengamos la conciencia social sujeta a la voluntad de Dios. Si no lo hacemos, la conciencia social puede convertirse en nuestro maestro, convirtiéndonos en “Martas” santurronas y amargas que se resienten con las “Marías” del mundo, porque son libres de sentarse a los pies del Maestro mientras se nos deja todo el trabajo a nosotras.... trabajo que nunca se nos había pedido hacer en primer lugar.

Una de las motivaciones sociales naturales es el deseo de sobresalir. Es bueno aspirar hacia la perfección en las cosas más pequeñas, como una forma de testimonio Cristiano, y para que podamos "hacer todo para la gloria de Dios". Pero también debemos aprender que a veces está bien (y, a menudo, es preferible) conformarse con algo menos que la perfección. Una persona perfeccionista tiene un enfoque de "todo o nada" para hacer las cosas. Ella se olvida de que hay ocasiones en que es preferible obtener el mínimo requerido, que una alta distinción. Poder completar la tarea o el proyecto es mejor que renunciar a medio camino, solo porque no pudimos alcanzar un cierto estándar que establecimos para nosotros mismos.

El perfeccionismo también reduce nuestra habilidad de capacitar a otros. Nuestros altos estándares pueden hacer que otros se sientan innecesarios o que se sientan asustados al tener que asumir responsabilidades, por temor a que no sean lo suficientemente buenos. Esto hace que nosotros mismos seamos los que tenemos que hacer todo continuamente. Y cuando ya no podemos más, hacemos como Marta y le gritamos a María por no haberse involucrado y no haber hecho su parte.

La conciencia social está vinculada con querer que otros piensen bien de nosotros. El servicio amoroso puede hacer que otros piensen bien de nosotros; pero si nuestro servicio implica fingir que todo está bien cuando no lo está, entonces esto es perjudicial espiritualmente. Ser pacifistas no significa vivir vidas fingidas, o huir de todas las confrontaciones. Dios nos ha dado una manera de solucionar las diferencias y enfrentar las injusticias de una manera constructiva y amorosa, mediante el uso del sistema de resolución. (Consulta el artículo “Desacuerdos”). Solo al expresar nuestras diferencias podemos encontrar soluciones que sean aceptables para todos los involucrados. Si Marta tenía un reclamo genuino contra María por no ayudar con las tareas domésticas, debería haber tratado con eso en lugar de solo enojarse con María.

También hay un deseo de "urgencia" en la conciencia social que puede ser destructivo. Si tenemos una visión general de todas las tareas que deben realizarse dentro de un cierto período de tiempo, esto nos debería ayudar a estableceer prioridades con nuestro tiempo y a ser eficientes en lo que hacemos. Sin embargo, si nos estresamos por no tener suficiente tiempo, nos volvemos ineficientes, porque hemos perdido de vista lo que queremos lograr. Recapacita y reevalúa la situación. Con oración y la actitud correcta, encontrarás la manera de abordar los trabajos más importantes y relevantes, incluso si no haces todo. Lograrás poco si permaneces en estado de pánico, dando vueltas porque no sabes por dónde empezar.

En conclusión, si sufres del "Síndrome de Marta", recuerda que no estás solo. El celo solo te ha hecho perder de vista el panorama completo. Tómate tiempo para tu relación con Dios y con los demás. Mantén tu conciencia social en el lugar que le corresponde, como una herramienta de superación en lugar de un maestro que te domine. Entonces, como María, podrás, en buena conciencia, elegir "la buena parte" que no te será quitada.


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