En todo grupo habrá desacuerdos. Los desacuerdos pueden ser muy malos y llevar a divisiones, pero Jesús nos da esta enseñanza como una manera fácil de solucionar los desacuerdos dentro del grupo. Aunque el pasaje parece estar hablando específicamente de cuando un hermano peca, hemos encontrado que este es un modelo muy útil para resolver cualquier desacuerdo que haya entre dos personas.
El primer paso para resolver una queja es hablar con la persona con quien estás en desacuerdo. Esto demuestra que verdaderamente quieres resolver el problema y le da oportunidad a la otra persona para explicar el desacuerdo desde su punto de vista.
Lo que NO debemos hacer es hablarle a otros sobre el desacuerdo que tenemos con esa persona. Hay muchos nombres para esta acción de hablar en secreto con los demás acerca de un desacuerdo que tenemos con otro. Se llama "murmurar" (2 Corintios 12:20, Filipenses 2:14), "detractar" (Romanos 1:30), "chismear", etc.
Ni siquiera es necesario hablar con algún "líder" sobre el desacuerdo que tenemos con la otra persona. Es cruel para con quien estás en desacuerdo si dices cosas en su contra cuando esa persona no está presente para defenderse o dar una respuesta.
Nota: Puede haber momentos en los que no se puede hablar con otro cara a cara. Si la persona no quiere hablar contigo, entonces no va a estar presente cuando hables de tu desacuerdo. Pero si esto sucede, es muy importante que no digas nada que no quisieras que la otra persona te escuchara decir. Deberías estar dispuesto a decirle en su cara todo lo que digas a los demás sobre ella.
Los líderes no deben decir que tienen que hablar sobre los seguidores cuando los seguidores no están presentes. Algunas personas dan razones como, "si hablamos del problema, vamos a saber cómo orar mejor por esa persona". Esto no es cierto, y no es una buena razón para quebrar las reglas de Jesús. Dios sabe todo lo que se necesita saber acerca del problema, y los demás no necesitan saber los detalles para poder orar sobre el tema.
Muchos desacuerdos pueden resolverse, e incluso, pueden profundizar la amistad, cuando las dos personas que no están de acuerdo hablan cara a cara sobre el problema. Como mencionamos antes, cuando te enfrentas con amor a la persona en desacuerdo, demuestras que estás dispuesto a escuchar lo que el otro tiene para decir. También demuestras que no quieres hacerle daño chismeando sobre ella y que realmente quieres solucionar el desacuerdo (Santiago 5:19-20).
Vale la pena recordar que es importante también la forma en la cual uno se acerca al otro con una queja. Jesús nos advirtió que seremos juzgados de la misma manera que juzgamos a los demás. Nos mandó a no ser hipócritas que tratan de sacar una basurita del ojo de nuestro hermano mientras tenemos una viga cegándonos el nuestro. Sino que primero nos encarguemos de sacar la viga de nuestro ojo para que podamos ver claramente y poder ayudar a limpiarle la basurita del ojo a nuestro hermano (Mateo 7:1-5). Es decir, es importante que nos fijemos sobre la condición de nuestro espíritu antes de tratar de corregir a los demás. Si nos dirigimos a alguien con enojo y agresión, no solamente estaremos haciendo lo incorrecto, sino que es probable que no vayamos a ser muy eficaces en resolver el problema. En cambio, la Biblia nos enseña a corregir a los demás con un "espíritu de mansedumbre" (Gálatas 6:1).
Si no puedes solucionar el desacuerdo de esta manera, el segundo paso es pedir ayuda a una o dos personas que actuarán como "testigos" y consejeros en el desacuerdo. Estas personas deben lograr que las dos personas en desacuerdo realmente se escuchen y entiendan el uno al otro.
A veces, los testigos a los que se les pide ayuda con el problema tratan de decir que no hay ningún problema. A menudo, esto significa que los testigos están siendo perezosos. Si no hubiera ningún problema, no se les hubiera pedido ayuda en primer lugar. Si alguien te pide ayudar a dos personas con un desacuerdo que están teniendo, trata de no decir cosas como "sólo tienen una diferencia de personalidad". Trata de no decir que las dos personas están igualmente equivocadas. Hay un problema y hay que encontrar la mejor manera de solucionarlo. Habrá veces cuando tales frases serán útiles, pero a menudo no lo son. Cerrar los ojos y esperar a que el problema se vaya no les ayudará.
Los buenos testigos escucharán con mucha atención lo que las dos personas están diciendo. Ellos aprenderán a ver el espíritu detrás de lo que dicen para ver la razón por la cual se está diciendo algo. Si una persona no quiere hablar sobre el problema, en la mayoría de los casos este es un indicio de que esa persona sabe que está equivocada. Una persona que se esconde de la verdad no quiere que otras personas escuchen la verdad.
Cuando una persona en desacuerdo trata de lastimar a la otra persona con palabras, este es un indicio de que tiene un espíritu malo también. Busca indicios de que la persona verdaderamente está tratando de solucionar el problema; y tratar de disuadirlos de intentar herir a la otra persona.
Si una de las personas en el desacuerdo no está feliz después de haber hablado con uno o dos testigos, el último paso es llevar el desacuerdo a todo el grupo. La mayoría de los desacuerdos se resuelven antes de que esto suceda. Pero si no se resuelve, se tiene que entender que el problema es grave.
Si el grupo no puede solucionar el problema, entonces el grupo se verá obligado a decidir cuál persona es más culpable, y pedir que esa persona se vaya del grupo. (1 Corintios 5:5)
Cuando una persona está luchando contra la verdad, entonces realmente no quiere estar en el grupo y, a menudo, cuanto más tiempo siga en el grupo, más se amargará con estas reuniones de reconciliación. A veces, estas reuniones son utilizadas como una forma de lucha contra el grupo antes de que la persona se vaya. Por medio de ellas, busca "desahogarse" de todas las quejas que tiene no solo contra la otra persona sino con el grupo también.
Hay personas que quieren quedarse, pero que han sido perezosas en luchar contra los espíritus malos en sí mismos. Podrían sacar provecho de algunos días de oración y ayuno. Esto es algo que hemos añadido al plan de las enseñanzas de Jesús. No es para castigar a la persona, sino como una última forma de intentar que la persona pueda resolver su conflicto interior y continuar en comunión con los demás. Si la persona quiere probar el ayuno y la oración por unos días, lo puede hacer en un lugar donde esté sola (aún, si es necesario, alejada físicamente del lugar donde el grupo se reúne) y luego regresar para otra reunión con todo el grupo. Para la mayoría de las personas, este tiempo de quieta oración es suficiente para vencer a un espíritu malo. Si el grupo siente que la persona ha dejado de tener un espíritu malo y el desacuerdo puede resolverse, la persona puede regresar al grupo.
Puede haber excepciones a esta forma de resolver conflictos, como cuando Pablo aconsejó reprender públicamente a los que siguen pecando ej. 1 Timoteo 5:20. En ese mismo pasaje, Pablo advirtió no aceptar el testimonio contra un anciano sin dos o tres testigos. No se entiende exactamente cómo practicar esto, pero la lección es que deberíamos tratar a los ancianos con respeto y, hasta cierto punto, confiar en su experiencia. Siempre deberíamos llevar nuestros desacuerdos y quejas con un espíritu de amor y humildad. Tener un espíritu de oración durante las reuniones de reconciliación es importante para poder resolver más rápido el desacuerdo.
Desafortunadamente, hoy en día mucha gente no quiere resolver sus desacuerdos, y el fruto de esto es un mundo en el cual las amistades vienen y van. Otro fruto es un mundo dividido entre sí mismo (Mateo 12:25). Los problemas suelen ser exagerados en nuestras mentes si no escuchamos el otro punto de vista y, a menudo, estas exageraciones no son enfrentadas. Pero para aquellos de nosotros que hemos renunciado todo por Cristo y que vivimos en comunidad a tiempo completo como los cristianos primitivos (Hechos 4:32-35), quedarnos en desacuerdo no es una opción. Convivir juntos en amor y armonía requiere resolver cada problema que surge entre nosotros.
Parte de la razón por cual mucha gente en el mundo no quiere enfrentar desacuerdos es porque tiene miedo al conflicto o tiene alguna duda sobre su propia queja. Sin embargo, para tener relaciones más profundas, es necesario resolver los desacuerdos en vez de amargarse con alguien o dejar de ser su amigo sin haber realmente intentado resolver el problema con ellos. Es más, Jesús enseñó que no es posible agradar a Dios si no hacemos todo lo necesario para resolver nuestros desacuerdos con nuestros hermanos (Mateo 5:24).
Este plan sencillo de tres pasos que Jesús enseñó podría solucionar problemas de cualquier tipo y en cualquier grupo, si la gente lo usara. Hemos encontrado que cuanto más lo usamos, más unidos somos como un grupo.