Cuando juegas al tenis sencillo, todos los que conoces en la cancha son tus oponentes. Pero en tenis dobles (o, en parejas) esto no es así: cada esfuerzo que hagas para competir con la persona en el mismo lado de la red, será un esfuerzo para derrotarse a sí mismos.

Un trofeo de dobles nunca especifica qué compañero hizo más puntos. Y lo mismo es cierto para un matrimonio exitoso. Cada punto que tu compañero anote es un punto para ti; y cada punto que consigas, es para el crédito de tu compañero... EXCEPTO cuando intentan obtener puntos unos contra otros.

La mayoría de los matrimonios comienzan como una colaboración. Pero como puede suceder fácilmente en el tenis, los socios chocan entre sí, no anticipan lo que el otro compañero planea hacer, hacen concesiones que no son reconocidas o que no son apreciadas por la otra persona, etc. Todo esto es natural e inevitable.

Pero si empezamos a culparnos mutuamente por tales errores de cálculo, la persona con la que estamos durmiendo se vuelve pronto nuestro enemigo. Y cuando eso sucede, nuestras posibilidades de ganar el título de dobles están condenadas.

Un buen compañero es aquel que trata de entender a la otra parte y trata de fluir con él o ella. Donde la persona tiene una debilidad, debes aprender a cubrirla. Donde la otra persona está fuerte, tratas de crear oportunidades para que él o ella pueda 'ganar puntos' por medio de esos puntos fuertes. Y todo esto es parte integral de lograr el éxito para ti mismo también.

Nunca olvides que cada vez que alguien dice algo bueno sobre tu cónyuge, está diciendo algo bueno sobre ti.

De la misma manera, cada vez que alguien ataca a tu esposo/a, te está atacando a ti. Y el mismo principio se aplica cuando el atacante eres tú mismo.

Claro, es tentador compartir tus frustraciones con alguien más cuando experimentas dificultades en tu matrimonio. Pero darse tal lujo es como sentarse en medio de un partido de tenis solo porque estás cansado. Hacer esto puede ser fatal para tus posibilidades de ganar.

Cada queja, cada burla en público, cada comentario malicioso que hagas contra tu esposo/a debe ser reconocido como un esfuerzo para sabotear tu propio matrimonio. Y las personas que parecen simpatizar con tus quejas ahora, serán pobres sustitutos si tu pareja decide un día que ya ha tenido suficiente de tus críticas.

Las bromas entre esposos sobre las debilidades de sus esposas, y las tristes historias sobre maltrato* por parte de sus esposos compartidas entre esposas en reuniones de oración de mujeres u otras reuniones sociales, pueden parecer al principio, bastante inocentes. Pero son el tipo de cosas de las que están hechos los divorcios.

*No nos estamos refiriendo a los casos genuinos de abuso, sino a casos más triviales como, por ejemplo, no recibir la atención que uno quiere, discusiones, o diferencias de opinión. En cualquier caso, es más aconsejable no compartir sobre el abuso emocional, mental o físico genuino en grupos sociales, sino con personas confiables, profesionales o los servicios relevantes policiales o de salud que puedan proveer el apoyo apropiado.

Si tienes quejas, intenta hablar con la única persona con la que puedes solucionarlo: tu pareja. Si has estado guardando rencor contra tu pareja, comienza por confesar esto y expresa tu deseo de trabajar juntos en el futuro. Pero si tu compañero no parece tan interesado como tú en solucionar el problema, no presiones el punto o volverás a estar en la misma situación. Trata de evitar esa debilidad y concéntrate en los puntos positivos de tu compañero. De eso se trata el trabajo en equipo.

Al vivir en comunidad cristiana, también tenemos el derecho y responsabilidad de involucrar a otros hermanos o hermanas cristianas para ayudarnos resolver nuestros problemas si no podemos superarlos nosotros mismos y que nos están causando problemas recurrentes. (Ve los pasos para resolver conflictos que nos dio Jesús en Mateo 18.)

Un último consejo: a nadie le gusta una persona que se jacta de sí misma. Sin embargo, es difícil acusar a alguien de jactarse, cuando se jacta de su cónyuge. De hecho, mientras más cosas buenas digas sobre tu esposo/a, más le gustarás a los demás. Porque, para ellos, ustedes dos son un equipo. Y si tu compañero es el mejor jugador de tenis del mundo, entonces tu debes estar muy cerca de ser el segundo mejor jugador por haber logrado esa asociación.

Ayuda a tu pareja y te ayudas a ti mismo.


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