Lo que Jesús dijo a los líderes religiosos de su época con respecto a invalidar la Palabra de Dios con sus tradiciones, se puede aplicar a lo que muchos hacen hoy en día con la "respetabilidad" (Marcos 7:13).

El deseo de ser aceptado y respetado por otros es casi tan poderoso como el materialismo. La respetabilidad tiene más probabilidades de incentivar a las personas para hacer acciones altruistas, porque es una imitación de la fe en Dios; mientras que el materialismo es lo opuesto de la fe en Dios. Sin embargo, la respetabilidad y el materialismo van de la mano (Lucas 16:13-15).

Para ser respetadas, muchas personas van a la iglesia, oran, leen sus biblias, practican la caridad, y se mantienen fieles a su pareja; en otras palabras, hacen prácticamente casi todas las cosas buenas que la Biblia nos manda hacer, pero las hacen para recibir la adulación y respeto de otras personas en vez de buscar la aprobación de Dios (Juan 5:44).

No es que Jesús está en contra de que se hagan tales obras, sino que nos llama a tomarlas a tal extremo que termine rompiendo el mito de la respetabilidad. Las personas que sinceramente siguen a Jesús exponen a la respetabilidad como la mentira que es, ya que suelen hacer y decir cosas en obediencia a Dios que escandalizan a las personas que quieren ser respetas por la sociedad.  Es así como las personas, que supuestamente están abogando por la virtud, terminan oponiéndose a los verdaderos cristianos, a veces con ferocidad (Mateo 15:10-14).

Jesús dice, por ejemplo, que no solo deberíamos orar y ayunar sino que deberíamos hacer estas acciones devotas en secreto, asegurándonos que otras personas no lo vean (Mateo 6:5-6; Mateo 6:16-18). Esto separa la verdadera devoción de la respetabilidad. Aquellas personas que secretamente quieren impresionar a los demás con sus actos religiosos resisten la idea de no hacer tales cosas públicamente.  Incluso pueden llegar a enojarse con aquellos de nosotros que insistimos en obedecer a Jesús y rehusamos orar públicamente; tales personas sienten vergüenza de nuestra posición. En consecuencia, no somos respetables.

Lo mismo sucede con las obras de caridad.  Muchos nos preguntan si ayudamos a los pobres, cuánto damos, etc., y ven extraño que no contestemos sus preguntas. En cambio, resaltamos nuestro evangelismo y preferimos hablar sobre el rechazo que recibimos de la sociedad que de sus elogios.  Esto también hace que no seamos una "organización respetable".  

Jesús no abogaba por muestras de caridad, sino por un estilo de vida en el cual se renunciara a toda posesión privada y se comparte todo lo que uno tiene, permanenciendo sujetos a la voluntad de Dios. Dejar tu trabajo, tus posesiones y dedicarte a compartiera el mensaje de Jesús al público cada día es una declaración en contra de los valores populares del mundo.  Por lo tanto, no es visto como algo respetable, como lo es dar un porcentaje de tus ganancias a la iglesia o caridad. 

Renunciar a todo para servir a Dios es visto como un desperdicio de recursos, tiempo y talento.  Y si sientes el llamado de sumarte a un equipo de discípulos como el nuestro, que no tiene la respetabilidad que tienen las religiones y denominaciones más establecidas, peor todavía.  Perderías el respeto de la sociedad, de las iglesias, de tus amigos, etc. y dirían que te hemos lavado el cerebro, que te has juntado a una secta, o simplemente que hay mejores formas de hacerlo (por ej. convertiéndose en un sacerdote de la iglesia católica, un misionero en una iglesia evangélica, estudiar en un seminario... ¡cualquier cosa que sea más respetable!).

Jesús dijo que los verdaderos profetas son rechazados por la sociedad, que son perseguidos, que la gente habla mal de ellos y dice toda clase de mentiras en contra de ellos a causa de su mensaje (Lucas 6:22-23). ¡Qué diferente son a las muchas iglesias y personas religiosas que buscan de todo corazón ser respetadas por sus familiares, vecinos, amigos y el resto de la sociedad!  Los iglesianos se avergüenzan de la cruz, y Jesús se avergüenza de ellos (Juan 12:42-43, Marcos 8:38).

Cuando nos esforzamos en vivir en armonía con las enseñanzas de Jesús, no solo descubrimos que la verdadera fe nos llama a ir más allá de lo que es respetable, sino que nos damos cuenta que la respetabilidad es uno de los peores enemigos de la fe, porque lleva a que la gente fervientemente odie la verdadera fe. Cuanto más deseamos ser respetados por los demás, más vamos a querer esquivar el camino que Jesús indica para la vida eterna; y cuanto más caminamos por el camino angosto y no popular, más vamos a perder el respeto de la sociedad (Mateo 7:13-14).

Los villanos en los evangelios no eran los narcotraficantes, ladrones, prostitutas, herejes, o traidores políticos. De hecho, en comparación con los verdaderos villanos en los evangelios, muchos de los "pecadores" son descritos como los "buenos".  Los villanos eran los fariseos: hipócritas religiosos (de acuerdo a Jesús) que hacían todas sus acciones virtuosas para ser vistos y elogiados por los demás.  Jesús dijo que por fuera tenían una respetabilidad impresionante, pero por dentro estaban llenos de muerte e inmundicia; nos manda a no ser como ellos. (Mateo 23:27-28)

¿Dónde se predica eso hoy en las iglesias supuestamente cristianas? La verdad es que nuestros líderes religiosos imitan más a los fariseos que a Cristo. Y las masas ignorantes continúan siendo impresionadas por ellos.  Pero mientras estos impostores hablan bien sobre la biblia, la oración, el amor, la fe, y otras virtudes y acciones buenas, secretamente se oponen a lo que Jesús enseñó con respecto a estos temas (Mateo 7:15-20).

Y así es que, por causa de la respetabilidad, se invalida la palabra de Dios (Marcos 7:13).

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