Una de las maneras que Dios comunica su voluntad, es por medio del consejo de parte de otros cristianos.  Debemos aprender a escuchar y dar consejo confiable para llegar a decisiones sabias. 

Para algunos de nosotros se nos resulta difícil aprovechar los beneficios del consejo confiable que está libremente disponible y a nuestro alcance, especialmente cuando estamos viviendo y trabajando en una comunidad Cristiana.  A menudo, nos limitamos a solo dos opciones: decisiones unilaterales, o discusiones interminables. Sin embargo, estas dos opciones son básicamente la misma, porque las dos surgen de una inhabilidad de verdaderamente escuchar lo que los demás nos están diciendo.

Hay dos conceptos importantes que nos pueden ayudar cuando pedimos consejo.  Uno es la imaginación, y el otro es estar abierto a la guía de Dios.

La imaginación es la habilidad de visualizar algo que no es visible en forma física.  Cuando tratas de resolver problemas espirituales o planear proyectos, tienes que imaginarte a ti mismo (y a los demás) poniendo cualquier plan en acción.  Mientras imaginas eso, vas a descubrir algunos de los problemas que pueden resultar del plan.  Deberías imaginar los logros potenciales que resultarían de varias ideas, incluyendo las ideas que no fueron sugeridas por ti.  Debes imaginar cómo una idea va a afectar a otras personas (y no solamente a ti mismo), y qué cambios producirá la idea.

Este tipo de imaginación puede servir como una forma de 'consejo' en nuestras propias mentes también.  Puedes pensar, "Intentemos Plan A y veamos lo que pasa". Y entonces, cuando hayas imaginado lo que podría resultar de Plan A, piensas, "Ahora, intentemos Plan B, y veamos que pasa". Requiere un poco de disciplina mental para ver los beneficios y los riesgos asociados con cada plan. Pero por medio de disciplinar nuestras imaginaciones, podemos aprender a evaluar desapasionadamente cada plan de acción antes de ejecutarlo.

Cuando hayas aprendido a tratar con el orgullo y a evaluar los riesgos y beneficios de esa manera, empiezas a ver y apreciar los beneficios de tener otras personas alrededor tuyo para poder hacerte recordar cosas (de sus propias evaluaciones) que tal vez no pudiste ver en tus propias proyecciones mentales.

Juntos, se puede crear una lista mucho más completa de problemas potenciales y soluciones.  Por medio de combinar sus imaginaciones variadas, podrán tener una imagen más correcta de cuán probable (o cuán improbable) serán los problemas que puedan surgir.  Se pueden hacer alteraciones a los planes, o incluso considerar abandonar un plan por completo y cambiarlo por otro.  Y funciona tanto en lo práctico como en lo espiritual.

Cuando nos acercamos a los planes de esta manera, con un espíritu de jugar en equipo, vamos a poder maximizar los éxitos, y minimizar los fracasos.  Es casi cierto que vamos a tener más éxito en lo que hacemos, porque vamos a ser menos inclinados a polarizar durante las charlas/reuniones, lo cual suele resultar en que, por un lado, algunas personas se aferren ciegamente a un plan, y, por otro, en que otras personas se dediquen ciegamente a oponerlo.

El otro ingrediente importante a tomar en cuenta cuando buscamos consejo de otros cristianos es el de estar conscientemente buscando la guía de Dios en todo.  Cuando incluimos a Dios en nuestros planes y decisiones, significa que estamos más interesados en descubrir la verdad que en tratar de ganar puntos para nuestro propio proyecto, plan u opinión.  Queremos que nuestras opiniones finitas cedan a la sabiduría de Dios, revelada (en este caso) por medio del proceso de buscar consejo confiable de parte de otros cristianos.

Es muy fácil olvidar el cuadro más grande y comprometernos a metas inferiores.  Pero, por medio de orar por la presencia de Dios estarás más abierto a cambios radicales que pueden ayudarte a lograr una meta superior que el plan de acción específico que estabas considerando.

Es importante enfatizar la necesidad de estar dispuesto a callarse, y centrarse en el Espíritu de Dios.  Esos momentos quietos pueden producir un enfoque completamente nuevo y quizás resuelva conflictos de opiniones y ayude a que todos trabajen como equipo otra vez.  Esta es una buena lección que todos deberíamos recordar cuando estamos tomando decisiones.

¿Quién sabrá cuántas decisiones malas se han tomado debido a que las personas se obsesionaron con alguna meta pequeña?  Pero cuando pedimos que Dios nos guíe, podemos destruir las barreras que impiden nuestro crecimiento.

Lo mejor que cualquier líder humano puede esperar lograr es tener éxito en guiar a una persona a depender directamente de Dios.  Dios puede mostrarte cosas que ni tu imaginación podría haber visualizado.

Así que, la próxima vez que tienes que tomar una decisión importante, recuerda buscar consejo cristiano de otras personas; escucha lo que te digan; y usa tu imaginación para evaluar las maneras que su consejo podría tener éxito o fracasar.  Mientras haces eso, sigue pidiendo a Dios que Él te muestre si hay algo que no hayas considerado.

No es que vas a descubrir el plan perfecto, sino que vas a ser más equilibrado en tus decisiones, porque serás capaz de considerar muchas posibilidades antes de tomar tu decisión final.

Y aun mejor, descubrirás suficientes alternativas para darte algún respaldo si es que tu primera opción resulta no ser adecuada.


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