El Mensaje - Las Palabras Radicales de Jesús


406. Fue durante la celebración de la Pascua que fui entregado para ser crucificado y uno de los que comieron a la mesa conmigo me entregó.

407. A la verdad tuve que pasar por lo que se había escrito sobre mí, pero ¡qué terrible es para el que me entregó! Le hubiera sido mejor no haber nacido.

408. Ahora, fue necesario que se cumpliera en mí aquello que fue escrito: «Fue contado entre los inicuos» y «Heriré al Pastor y las ovejas serán dispersadas». Porque todos tropezaron a causa de mí esa noche.

409. Mi alma estuvo muy triste, hasta la muerte. Oré pidiendo que la copa que había de tomar pudiese pasar de mí si fuera posible, pero no quise hacer mi voluntad sino la del Padre. Así que pedí que si no hubiera otra posibilidad, que se hiciera entonces la voluntad de mi Padre.

410. Les dije a mis discípulos que se quedaran despiertos y oraran al Padre para que no cayesen en tentación, pero se durmieron y no pudieron quedarse velando ni una sola hora conmigo. El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

411. Llegó la hora y fui entregado en manos de pecadores. Con un beso me entregaron, y vinieron a arrestarme cargando espadas y palos como si yo fuera un ladrón. Todos los días estuve entre ellos en el templo enseñando públicamente y nunca me echaron mano. Pero esta era su hora, mientras trabajaba el poder de la oscuridad.

412. No podrían haberme hecho nada si no se les hubiera dado permiso desde arriba. Pero mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, habría enseñado a mis seguidores a tomar armas y prevenir que yo fuese entregado a las autoridades. Pero cuando trataron de hacerlo les dije que vuelvan la espada a su lugar, porque todo el que tome espada, con espada será destruido.

413. Incluso podría haberle pedido a mi Padre que me diera más de doce legiones de ángeles para protegerme, pero ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras que decían que estas cosas tenían que pasar? Como dije, mi reino no es de este mundo.

414. Yo difundí mi mensaje abiertamente, sin esconder nada, enseñando en lugares de adoración y públicamente en el templo donde se reunían todos. Si hubiese enseñado algo malo, podrían haber dado testimonio del mal que dije. Pero si enseñé bien, ¿entonces por qué me golpearon?

415. A los que me arrestaban les dije, «Si es a mí a quien están buscando, dejen ir a mis discípulos». Y así, la hora llegó en cual todos mis seguidores fueron dispersados y huyeron cada uno a su propio lugar, dejándome solo. Pero no estaba solo, porque el Padre estaba conmigo.

416. Todo lo que fue escrito por los profetas acerca del Mesías se cumplió. Fui entregado a la custodia de los paganos, se burlaron de mí, fui tratado con desprecio y maltratado. Me azotaron y me mataron. En realidad nadie me quitó la vida, sino que yo la di de mi propia voluntad.

417. Por cierto, mientras moría me dijeron este refrán: «Médico cúrate a ti mismo». Pero antes de morir dije: «Padre, perdónalos; porque ellos no saben lo que hacen». También lloré: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?», y terminé diciendo: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu... ¡se terminó!».

418. Yo le había dicho a los líderes religiosos: «destruyan este templo y en tres días lo volveré a edificar». Y fue así. Tuve el poder de dar mi vida y tuve el poder de tomarla otra vez. El Padre me dio este poder y derecho. Por esto mi Padre me ama, porque di mi vida para volverla a recibir.

419. Yo fui glorificado y Dios se glorificó en mí. El que gobierna este mundo fue derrotado, y fui levantado de la tierra, para atraer a todas las personas a mí.

420. ¡No sean más incrédulos, sino crean! ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! En cuanto a la resurrección de los muertos, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llamó a Dios el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque Dios no es el Dios de personas muertas, sino de los que están vivos, porque para Él todos viven.

421. ¿No era necesario que el Mesías sufriera estas cosas y que entrara en su gloria? Esto era lo que yo dije mientras estaba en la tierra, de que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Así está escrito, y así fue necesario que el Mesías padeciese y resucitase de los muertos al tercer día.

422. Así que, ¿por qué se turban y en sus mentes surgen dudas? Tengan paz. Les mostraría mis manos y mis pies para que sepan que soy yo, para que me toquen y vean; pues un fantasma no tiene carne ni huesos, como podrían ver que yo tengo. Los que me vieron, creyeron. Pero benditos son ustedes, los que no me han visto y todavía creen.

423. El mundo no me verá, pero ustedes sí me verán, porque así como yo vivo, ustedes también vivirán. Yo voy a preparar un lugar para ustedes. Si yo preparo un lugar para ustedes, vendré otra vez, y los tomaré para que estén conmigo, para que a donde yo esté, allí ustedes también estén.

424. No dejen que sus corazones se entristezcan: si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas. Si no fuese así, yo se los hubiera dicho. Pero voy a preparar un lugar para ustedes. Si me aman, estén felices porque estoy con el Padre, pues mi Padre es mayor que yo.

425. No se extrañen de lo que significa cuando dije que dentro de poco no me verán, pero más tarde me verán otra vez. Llorarán y estarán tristes, pero el mundo se regocijará. Ustedes estarán llenos de tristeza, pero esa tristeza luego se tornará en gozo.

426. Una mujer, cuando está de parto, tiene dolor y agonía, pero tan pronto como da a luz al niño, olvida la angustia por el gozo de que un niño ha nacido en el mundo. Experimentarán tristeza por un momento, ¡pero los volveré a ver otra vez y sus corazones se regocijarán, y nadie podrá arrebatar su gozo!

427. ¡Con muchas ganas comí con mis discípulos aquella última pascua antes de morir! Así que, partan el pan entre ustedes en memoria de mí. El pan es mi cuerpo que fue dado por ustedes. La copa de vino representa el nuevo pacto, sellado por mi sangre. Beban de esta copa todos, porque esto es mi sangre, que derramé para cancelar los pecados de muchas personas y fue derramada en favor de ustedes.

428. Ustedes son los que han permanecido conmigo en mis pruebas. Así que yo les asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que coman y beban a mi mesa en mi reino.

429. Les digo que no voy a beber más del vino, hasta aquel día en que venga el Reino de Dios y lo beba nuevamente con ustedes en el reino de mi Padre. Tampoco volveré a celebrar otra cena de Pascua con ustedes, hasta que se le dé su verdadero significado en el Reino de Dios, porque tuve que dejar la tierra y marcharme adonde ustedes todavía no pueden ir, aunque luego vendrán.



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