¿Qué tan importante es para nosotros "gustar" de las personas con las que vivimos y trabajamos? A menudo, hemos dicho que no necesitamos que nos gusten las personas, siempre y cuando aún las amemos como cristianos. En otras palabras, incluso cuando las personas se comportan mal, debemos amarlas. Pero, a veces dejamos que los "disgustos" crezcan innecesariamente.

La verdad es que podemos aprender fácilmente a no gustar de nadie; pero con un poco de esfuerzo, podríamos aprender con la misma facilidad a gustar de muchos de ellos. Es comprensible que nos cueste gustar de nuestros enemigos, pero cuando se trata de los hermanos y hermanas en Cristo, tenemos todas las razones del mundo para que sí nos "GUSTEMOS" mutuamente, con letras mayúsculas y algunos signos de exclamación. Si no podemos gustarnos genuina y profundamente cuando tenemos tanto en común, ¿cómo podemos aprender a gustar de cualquier otro?

Todos hemos experimentado sentimientos de ira, impaciencia y repulsión por los demás con quienes vivimos y trabajamos, pero es necesario desafiar y eliminar estos sentimientos. Es algo por lo que pasan los esposos y esposas en algún momento de su matrimonio. Nos volvemos conscientes de las fallas y debilidades de la otra persona, y podemos enfocarnos en ellas hasta que estamos totalmente asqueados por la otra persona (de tal modo, que incluso estar cerca de ellas se convierte en una tortura); o podemos elegir enfocarnos en todo lo que tenemos en común con esas personas y encontrarnos cada día creciendo en amor el uno hacia el otro.

Probablemente lo peor de enfocarse en las fallas, es que puede conducir fácilmente a exagerar la falla y hacerla más grande de lo que realmente es. Esto es cruel e injusto.

Daré un ejemplo personal. En ocasiones, escuché o vi a un miembro de nuestra comunidad decir algo que sentí que era innecesariamente negativo o brusco a alguien que no era miembro de nuestra comunidad. Lo vi como una falla en esta persona, a quien llamaré “George”. Para empezar, sin embargo, será útil tener en cuenta que esto generalmente se ha basado más en lo que he escuchado que en lo que he presenciado personalmente. Lo que he escuchado y visto ha tenido impacto en lo que he imaginado sobre George, y la falla imaginaria es probablemente mucho mayor que las otras dos en forma combinada.

(Por eso es importante no criticar a otros a sus espaldas. Nuestra imaginación puede hacer cosas crueles con tales pensamientos).

Así que, comencé a imaginar que cada vez que George hablaba con alguien, él se deleitaba sádicamente en hacernos enemigos, y atacándolos. Pero una vez cuando comencé a pensar así, me dije a mí mismo: "¡Espera un minuto! ¿Hacia dónde lleva esto? Al menos él está saliendo afuera y diciéndoles la verdad; e incluso si él es demasiado rudo con ellos con lo que dice, no pueden escapar de la responsabilidad por la verdad presente en lo que él ha dicho. ¿Por qué sentir tanta pena por alguien que ni siquiera quiere dar el primer paso para seguir a Cristo? ¿Y por qué menospreciar a “George” cuando se muestra tan dispuesto a salir a las calles con el mensaje?"

Al comparar a George con otros que nos han dejado, comencé a sopesar los enormes beneficios de su fidelidad en comparación con la inconveniencia percibida que una personalidad abrasiva puede tener en las personas que son de todo menos fieles.

Luego comencé a mirar y escuchar más de cerca, y comencé a apreciar que, lejos de ser rudo con las personas, George generalmente mostraba mucha sabiduría y habilidad en las cosas que decía. Comencé a ver que el diablo había tomado el mero hecho de que no era perfecto, para generar un "disgusto" que podría haber destruído totalmente nuestra relación.

Podría ayudarnos a todos, el comenzar a enfocarnos mucho más en cuánto tenemos por apreciar el uno del otro. Si lo hiciéramos, podríamos más o menos “enamorarnos” espiritualmente unos de otros, haciendo que nuestra comunión sea mucho más placentera que la "cruz" en la que se convierte cuando perdemos nuestro "primer amor".

El amor romántico comienza tan románticamente sólo porque la pareja se enfoca en los puntos buenos del otro. En realidad, podrían ser ignorantes de los puntos negativos del otro; pero incluso después de haber visto los puntos negativos de alguien, hay mucho que podemos hacer para volver a esos puntos buenos, y agradecer a Dios (y a los demás) por ellos todos los días. Sé por mí mismo, que cuando hago eso, no puedo pensar en una sola persona en nuestra comunidad, a quien no considero una especie de gigante espiritual. Ustedes son personas increíblemente grandiosas (y especiales) a los ojos de Dios, así como también a mis ojos.


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