El Mensaje

El Mensaje - Las Palabras Radicales de Jesús



42. Un hombre tenía dos hijos. Un día el más joven dijo a su padre: «Padre, dame la parte de mi herencia». Así, pues, el padre le dio la parte que le correspondía. No mucho después, el joven reunió sus posesiones y viajó a un país lejano. Allí desperdició todas sus riquezas viviendo viciosamente. Cuando hubo gastado hasta el último centavo, hubo una escasez de alimentos en todo el país. Su situación se hacía peor cada día.

43. Al final, encontró empleo cuidando cerdos para un ciudadano de ese país. En su desesperación, se vio a punto de comer de las algarrobas con que él alimentaba a los cerdos; pero recobrando sus sentidos, pensó: «¡Los sirvientes de mi padre tienen más que suficiente pan para comer y hasta les sobra mucho, mientras que yo estoy a punto de comer el alimento de los cerdos para no perecer de hambre! Regresaré a mi padre y le diré: “Padre, he pecado contra ti y contra el Cielo. Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo. Déjame ser, por lo menos, uno de tus empleados”».

44. Con este plan en su mente, se levantó del polvo y emprendió el largo viaje hacia su padre.

45. Cuando estaba aún a gran distancia, su padre lo vio, y lleno de compasión por él, corrió y lo abrazó tiernamente. El hijo comenzó: «Padre, he pecado contra el Cielo y en tu presencia y ya no soy merecedor de ser llamado tu hijo».

46. Pero el padre dijo a sus siervos: «Traigan mi mejor vestido y vistan a mi hijo. Pongan mi anillo de autoridad en su mano y mi mejor calzado en sus pies. Traigan del campo el becerro más gordo y mátenlo. Vamos a comer y hacer fiesta. Porque este, mi hijo, estaba muerto y ahora está vivo otra vez; se había perdido y ahora lo hemos encontrado». Comenzaron entonces una gran celebración.

47. Como a la misma hora, su hermano mayor regresaba de trabajar en el campo, y mientras se acercaba a la casa oyó la música y las danzas. Llamó a uno de los criados y le preguntó: «¿Qué significa esta celebración?». El sirviente respondió: «Tu hermano menor ha vuelto a casa y tu padre ha matado al becerro más gordo, porque él ha regresado sano y salvo».

48. Por esto, el hermano se enojó mucho y se rehusó a entrar al banquete; así que su padre salió y le rogó que entrara. Pero él contestó: «Mira, todos estos años yo te he servido sin romper jamás ni una de tus órdenes. Sin embargo, tú nunca me has ofrecido fiestas para celebrar con mis amigos. Ahora mi hermano vagabundo regresa, quien sin duda malgastó su herencia con prostitutas, y matas al mejor becerro para celebrar».

49. El padre le dijo: «Hijo mío, tú siempre has estado conmigo y sabes que todo lo que poseo es tuyo. Está bien que celebremos y demos gracias, pues tu hermano estaba muerto y vive otra vez; estaba perdido, pero ahora lo hemos encontrado».

50. Les digo la verdad: yo vine a buscar y salvar a los que están perdidos; porque no es la voluntad de mi Padre que está en el Cielo, que se pierda ni aun el menor de ustedes.

51. Así que, dejen que los niños vengan a mí y no los retengan, porque el Reino de Dios pertenece a corazones que confían como ellos.

52. ¿Acaso no han leído que de la boca de niños y de bebés se escucha la perfecta alabanza? Pues les aseguro que si no se convierten para ser como los niños pequeños, no entrarán al Reino Celestial.

53. Sí, te digo la verdad: si no naces otra vez, no podrás ver el Reino de Dios. Porque a menos que hayas nacido de agua y del Espíritu, no podrás entrar al Reino Celestial. Hay un nacimiento físico y hay un nacimiento espiritual.

54. El viento sopla donde quiere y puedes escuchar el sonido que hace, pero nadie puede decir de dónde viene ni a dónde va. Así son las personas que vuelven a nacer espiritualmente. Dios es Espíritu; así que cualquiera que quiera adorar a Dios tiene que adorarlo en espíritu y en verdad.

55. No te asombres de que te diga que tienes que volver a nacer. Nadie cose un pedazo de tela nueva en un vestido viejo y podrido, porque el tejido nuevo tirará del vestido viejo y lo romperá, y el desgarre se hará peor. Tampoco viertes vino nuevo en barriles viejos. Temerías que los barriles viejos se rompieran, el vino nuevo se derramara y la inversión se perdiera. En vez, viertes el vino nuevo en barriles nuevos y así los dos se conservan. Pero los que están acostumbrados al vino viejo no quieren probar el nuevo porque dicen que el viejo es mejor.

56. Ustedes son terrenales, pero yo soy celestial. Ustedes pertenecen a este mundo, pero yo no soy de este mundo. Por eso les dije antes que ustedes morirán en sus pecados. Porque si no confían en mí, les aseguro que morirán en sus pecados. Por medio de sus propios esfuerzos es imposible que sean salvos, pero con Dios todas las cosas son posibles.

57. Les aseguro que cualquiera que peca se vuelve esclavo al pecado, y un esclavo no tiene morada continua en la casa del Señor. Solo un hijo permanece para siempre en la casa. Así que si el hijo les da la libertad, serán verdaderamente libres.

58. ¿Cómo es que con tanta educación todavía no saben estas verdades? Si les estoy hablando de cosas que tienen que experimentar acá en la tierra y ustedes no las comprenden, ¿cómo comprenderán si les hablo de cosas celestiales?

Referencias:
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